miércoles, 7 de octubre de 2009

Lo recibí y es un homenaje a mi mamá

Carta a mis HIJOS:
Ahora que son suficientemente grandes para entender la lógica que motiva a las madres les digo:
Te amé lo suficiente, como para preguntarte adonde ibas, con quién y a qué hora regresarías a casa.
Te amé lo suficiente, como para callarme y dejarte descubrir que cuando se toma una decisión equivocada todo sale mal, pero de los errores se aprende.
Te amé lo suficiente, como para fastidiarte y estar encima de ti, convenciéndote de las bondades de bañarse todos los días. Es algo que después queda incorporado y nos hace personas con hábitos sanos.
Te amé lo suficiente como para pasar largas horas ayudándote a hacer la tarea y tratando de orientarte ante cada pregunta…Después tú solo las encontrarías
Te amé lo suficiente, como para decirte “no” cuando sabía que te ibas a rebelar por ello. Pero es una manera de enseñarte que camino tomar (el bien o el mal).
Te amé lo suficiente, como para no dejarte un solo día sin un plato de comida, aunque el esfuerzo requerido fuera inmenso. Esto vuelve en respeto y cariño, es como enseñar a saborear el amor.
Te amo lo suficiente como para saber que a esta altura te estás hartando de leer, pero es una simple reflexión que quise compartir con las personas que más quiero en el mundo…
Nuestra vida es el reflejo de nuestras acciones.
Si deseas más amor en el mundo, crea más amor a tu alrededor.
Si deseas felicidad, da felicidad a los que te rodean.
Si quieres una sonrisa en el alma, da una sonrisa al alma de los que conoces. En todos los aspectos de la vida ésta te dará de regreso exactamente aquello que has dado.
Tu vida no es una coincidencia, es un reflejo de ti.
Alguien dijo:
“SI NO TE GUSTA LO QUE RECIBES, REVISA MUY BIEN LO QUE ESTÁS DANDO”.

sábado, 3 de octubre de 2009

Buen fin de semana

La llave (Jorge Bucay)
Marta vivía en una casa en las afueras de la ciudad. Estaba por firmar un contrato muy importante con una empresa que le aseguraba su futuro, y había trabajado todo el fin de semana en ese contrato para que todo llegara a buen término. Ese día, como lo hacía habitualmente, despidió a sus hijos y a su esposo, que se iban a realizar sus tareas diarias, agarró sus cosas y salió.
Cuando salió, se dio cuenta que se había olvidado el contrato dentro de la casa. Cuando se dio vuelta para abrir la puerta, se dio cuenta que se había olvidado las llaves adentro.
El contrato y las llaves habían quedado adentro de la casa.
Desesperada porque no podía hacer firmar el contrato, empezó a forzar la puerta para ver si podía entrar. Estaba angustiada, ya que había trabajado durante años para llegar a ese momento, y ahora una puerta le interrumpía el paso.
Intentó forzar la puerta, hacer palanca...
Y no tuvo éxito. Tampoco había alguna ventana abierta por donde entrar.
Entonces, empezó a gritar. Llegó el cartero y le preguntó qué le pasaba. Marta le contó toda la historia.
Entonces, el cartero comenzó a ayudarla, pero no pudieron abrirla. La puerta no cedía.
- ¿Y su marido?, preguntó el cartero.
- Mi marido está en otra ciudad y no tengo como encontrarlo.
El cartero le preguntó si no tenía otra llave.
- Sí, mi vecino -contestó Marta- pero tuvo la mala idea de irse un fin de semana afuera.
El cartero le sugirió romper la puerta. Marta le dijo que no era conveniente, ya que ella debería irse y la casa quedaría abierta.
Entonces, el cartero le propuso ir a buscar a un cerrajero, pero Marta se opuso porque necesitaba abrir la puerta en ese mismo instante. Volvió a patear la puerta, pero no pudo abrirla.
Resignado, el cartero le dijo que lo lamentaba mucho, le dejó una carta y se fue.
Cuando el cartero se fue, Marta volvió a patear la puerta, pero no se abrió. Lloró
desesperada ante la imposibilidad.
Marta se sentó en el escalón de la puerta de entrada y abrió la carta que le había dejado el cartero. Era de su hermana. Marta se emocionó. La hermana le contaba en la carta lo bien que la había pasado el fin de semana con su familia.
"Te escribo esta carta para decirte que me sentí muy cómoda con tu familia... pero también para pedirte disculpas. Cuando estuve en tu casa, un día llegué más temprano y como no podía ingresar le pedí la llave a tu vecino. Y en un descuido me olvidé de devolverte la llave. Dentro del sobre te envío la llave que me olvidé de devolverte".
La historia de nuestra vida tiene que ver con la historia de Marta : hasta cuando vamos a golpear las puertas, hasta cuando vamos a seguir llorando por aquellas puertas que no se abren.
Tenemos que empezar a confiar que la llave va venir a nosotros si dejamos de golpear.