martes, 14 de octubre de 2008

Historias de chupetes

Mientras espero la llegada de dos bebés a mi familia, disfruto, como siempre, en observar a los niñitos más grandes. Días pasados, en la cola de una caja del supermercado, estaba una mamá con su nena de unos 2 años (más o menos), ojos negros enormes que me miraban con asombro (según Nicolás, los hipnotizo), con un chupete en la boca.
-¡Que hermosa nena que sos! le digo, ¿me das el chupete?
Inmediatamente me lo entregó y nos miramos con la mamá tan asombrada como yo. Por lo bajo se lo entrego por las dudas lo necesitara más tarde. No volví a verlas y no se cómo habrá resultado.
A los días, en mi trabajo, bastante automático, muchas veces me encuentro volando con mis pensamientos y a veces me sorprendo de lo lejos que llego. ¿Cómo estoy aquí, pensando estas cosas?
Uno de ellos es: ¿Fue traumático para mis hijos dejar el chupete? Parece gracioso el pensamiento pero ¿cuántas veces hemos tenido que recurrir a trucos para desterrar el chupete de la vida de los niños?
Pienso que para Daniel y Ana Laura pasó desapercibido, con Nicolás no resultó tan terrible, pero Marcela nos hizo la vida imposible con su relación con ese accesorio. Vivía con el chupete en la boca y había que tener varios de repuestos en distintos lugares, carteras, mesita de luz, guantera del auto, etc. En ese entonces no había farmacias que atendieran las 24horas, así que había que tener siempre uno guardado. Su costumbre era comer un bocado de comida y ponerse el chupete, hasta que un día el Kuky (su papá) le dijo:
-Si no dejás el chupete te lo quemo.
Y como hizo caso omiso a la advertencia y se llevó una cucharada de puré y detrás se puso el chupete en la boca, su papá se lo sacó y delante de todos lo quemó con el encendedor. ¡Los ojos de Marcela no podían creer lo que veían!!!
Pero por fin basta de chupetes para ella.
Con Nicolás fue menos dramático. Ya había pasado la edad recomendable para el uso del chupete y Marcela, (por ese entonces estudiante de odontología) siempre me increpaba sobre cuando iba a quitarle el chupete a Nicolás. Un día ella tomó la decisión y lo tiró a la bolsa de basura ¡Sí, a la basura que al ratito la llevó el basurero! Yo pensé que estaba bromeando y que lo tenía escondido en algún lugar ya que era el único chupete en la casa. Pero no.
-No, no hay más chupete, fue su única explicación.
Gracias a Dios no hubo demasiado llanto por parte de Nicolás.
Eugenia (vecina, hermana de los Mellis, ahijada de Armando y como de nuestra familia) también tenía un apego especial por el chupete. Un día su mamá le prepara el bolso para que fuera a la casa de sus abuelos, suben con la Lela al taxi y por supuesto Euge con el chupete en la boca. En algún momento del viaje se le cae el chupete sin darse cuenta, y rápidamente la abuela aprovecha para esconderlo. Cuando bajan en la casa junto con todos los bolsos y el taxi parte, Eugenia se da cuenta que no tenía el chupete, a los gritos le pide al abuelo que corra tras el taxi para recuperarlo. Tras una corrida, más de teatro que de realidad, vuelve el Lelo haciéndose el cansado, sin poder haber alcanzado al taxi con el chupete supuestamente dentro de él. La abuela por un tiempo lo guardó, por las dudas, pero nunca más lo pidió.
Y finalmente otra historia que recuerdo es la de Virginia, mi nieta mayor, también con su chupete adherido a su boca. Estaban de vacaciones en casa, en Córdoba. Nicolás tenía una tortuguita regalo de Marcela a la que Virginia tenía ¡terror! Un día en un descuido deja el chupete sobre la mesa, lo escondo y le digo:
-¡Virginia! ¡La tortuga se lleva tu chupete!
Sus ojos de asombro me hicieron recordar los de Marcela. Pero yo se lo di a su mamá, por las dudas… pero no hizo falta, se olvidó de él.
Lamento no recordar o haber participado de otros abandonos de chupetes.
Sería lindo que si alguien recuerda de manera graciosa cómo dejó el chupete lo comparta.
Estos son los lindos recuerdos y pensamientos que me acompañan mientras hago cucuruchos, que quien los probó aseguran que son… ¡riquísimos!

Pilar 11-10 05

Ya no hago más cucuruchos, me jubilé pero sigo recordando y recopilando historias de chupetes mientras ahora espero mi 4º nieto “Manuel”. Su mamá, odontóloga puso en practica una teoría y es que cuando nace un bebé tiene que tener un solo chupete y cuando ya es mayorcito lo deja solo porque a esa altura la pobre goma está podrida y ese fue el caso de mi nieta Valentina. Otra historia me la recordó mi ahijada “Pato”, ella también era grandecita e iba a todos lados con su chupete cuando en una reunión en mi casa se le acerca una señora mayor y diciéndole:
-¡Qué feo, una nena tan grande con chupete! trató de sacárselo, quedándose con la argolla en la mano y la goma del chupete dentro de la boca de la pobre Pato.
Ella sí sufrió mucho haber perdido su chupete, hubo largas noches de llanto hasta que al final, como todo, se acostumbró.

Pilar 14-10-08

Recien tomo conciencia de cómo pasó el tiempo!!!!!!!!!!!!!!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es un lindo recuerdo, Pilar. Gracias por compartirlo con nosotros.

Saludos,
Mariana

Gracias.

PD. Lindo blog.

Pipina dijo...

Gracias a ustedes por permitirme contarlo y además por visitar mi blog. Me hacen muy bien tus palabras Mariana. Saludos